sábado, 25 de octubre de 2014

DESTINO… BAHÍA DE CARAQUEZ

Una experiencia intercultural en Ecuador.
Entrevista.

Raquel López Merchán, quien ocupa el cargo de Secretaria de nuestra asociación, es abogada y especialista en Género e Igualdad de Oportunidades. Para finalizar la investigación de su Doctorado ha hecho un trabajo de campo que le ha permitido vivir en primera persona los puntos de encuentro y los de divergencia a nivel transcultural sobre la realidad de las mujeres españolas y las mujeres ecuatorianas.
Con el fin de compartir toda la riqueza obtenida de tal experiencia, nos hemos reunido con ella para que nos cuente sus vivencias en Bahía de Caraquez. Hoy os las transmitimos.

D: ¿Qué te llevó a Ecuador?

R: Al final fueron mis estudios los que me han llevado a Ecuador. Después de años de anhelo y sueños, de conversaciones y de números, finalmente, sin planear tanto, sin pensarlo apenas, llegué para vivir la “aventura” con la que tanto soñé.         
Mi destino preciso fue Bahía de Caraquez, ciudad perteneciente a la provincia de Manabí, localidad costera donde confluye un anchísimo río, el Chone, y el Océano Pacífico.

D: ¿Y qué tal te recibieron?

R: Llegué un miércoles y desde el minuto cero, me hicieron sentir una ecuatoriana más, una costeña que no parecía española por su color de piel, su acento dulce y su rápida adaptación al horario, al clima y a la ciudad.
Allí las personas te acogen con los brazos abiertos: siempre te reciben con una sonrisa, un beso (si les das dos se extrañan) y un abrazo. El saludo “buen día” siempre está presente, acompañado de una sonrisa. Están predispuestos a enseñarte, acompañarte y echarte una mano.
Es maravilloso llegar a un lugar desconocido, a una ciudad con una cultura distinta, donde sólo conoces a una persona, quien te acompaña, y que todo el mundo esté pendiente de ti, interesándose por cómo te encuentras, cuánto tiempo te quedas y que esté dispuesto a ayudarte, a responder a todas tus preguntas, a aconsejarte a dónde ir, qué visitar. De pronto, dejas de ser “Raquel”, para convertirte en la “niña Raquelita”.

D: ¿Algo te impresionó de forma menos positiva?

R: Existe un problema, por llamarlo de algún modo: el “quemeimportismo”. Creo que en España lo llamaríamos “pasotismo” o “conformismo”. Conformismo con lo que tenemos, conformismo con lo que nos ha tocado vivir, conformismo ante las desigualdades, pasotismo ante la vulneración de derechos.
Pero en esta ciudad, de unas 15.000 personas, donde la desigualdad económica se ve según caminas por sus calles, donde los contrastes son tan visibles, también existe un espacio para el compromiso, la ayuda, la solidaridad y el trabajo en equipo.

D: ¿Y sobre el rol femenino, que diferencias has percibido?

R: En todo el mundo siempre hemos escuchado, nos han enseñado, que la mujer es el sexo débil, que necesita a todas
horas y en todo lugar protección y ayuda. En esta localidad costera he descubierto la fuerza de algunas mujeres. Féminas que luchan por aportar e inculcar unos valores a los/as más pequeños/as, por conseguir que la desigualdad vaya a menos, por lograr una ciudad más acogedora y que se valga por ella misma para crecer.
Un punto de reunión de estas mujeres es el Movimiento de Mujeres “La Merced”, el cual se reúne en la Parroquia de la Virgen de la Merced. En él se acoge a toda aquella que necesite ayuda, sea víctima de violencia de género o no. Se las capacita para que sean autosuficientes y que no dependan de los hombres. Se las acompaña en los procesos de denuncia, de abandono del hogar,… y después, tienen un espacio donde compartir, recibir apoyo y asesoramiento.
Este movimiento trabaja conjuntamente con el Movimiento de Mujeres por la Justicia, con reuniones a nivel nacional para tratar el tema del papel de la mujer en el país y crear estrategias para que su labor sea reconocida, al igual que sus derechos.
Haciendo una comparación entre las mujeres españolas y ecuatorianas, podemos decir que las segundas, las mujeres que viven en la costa (en Bahía de Caraquez), son entrañables, cálidas, acogedoras, dispuestas a tenderte la mano, con una sonrisa siempre dibujada. Son luchadoras, comprometidas y trabajadoras… Pero muchas de ellas, practican el “quemeimportismo” del que ya hablamos. Aceptan lo que les viene sin plantarse, sin luchar. Y eso se lo están inculcando a la juventud, que será la encargada de gobernarles y que trabajará para mantener el mundo y salir adelante.
He comprobado que a muchas personas, jóvenes y no tan jóvenes, les cuesta pensar, reflexionar, pues requiere de un esfuerzo. Plantearnos las cosas, retar, no estar de acuerdo y decirlo, luchar por lo que creemos, por defender nuestra opinión -desde el respeto siempre- es algo que requiere un esfuerzo, que precisa de movimiento, entrega, lucha y gastar energía sin obtener, quizás, una respuesta rápida.
Quizás en el Ecuador la sociedad sea más tranquila, más calmada, más conformista; pero no todo el mundo es así. Con más paciencia de la que debiera, las cosas cambian al existir personas que no se conforman y abogan por una sociedad más igualitaria.

D. Entonces ¿notas que en España se ha avanzado un poco más en temas de género?

R: Tal vez. Pero, en la actualidad, estamos viendo que las desigualdades cada vez son más palpables y evidentes en un país considerado del primer mundo. Ambas sociedades, ambas culturas debemos aprender la una de la otra.
En Ecuador deben aprender a valorar la importancia de la cultura, del pensamiento, de la educación, de la formalidad. En España tenemos que aprender de la cercanía, del acogimiento, de la capacidad de recibir a las personas y ayudarlas desde el primer momento, confiar en la gente, en el lado bueno de las personas.
Somos dos culturas distintas, pero somos iguales porque ambas vivimos en “un lugar llamado mundo”, donde es mejor trabajar en equipo que de forma individual.

D: Para terminar…. ¿Con que te quedas de la experiencia?

R: Me quedo con tantas cosas… La amistad, la acogida, el carácter tranquilo y afable de las personas (sobre todo de las mujeres), la tranquilidad que aporta un océano embravecido, la sonrisa de quien pasa a tu lado, las risas y los juegos de los/as niños/as, las ganas de comprometerse de quien quiere que su ciudad evolucione y crezca, la solidaridad y el trabajo de todas aquellas personas que luchan por la igualdad.
Me llevo mucho; me llevo las ganas de regresar, la certeza de que volveré. Porque quizás, a pesar de haberme puesto brava en alguna ocasión, ya sea una ecuatoriana de corazón, ya sea una “bahíeña” y esté dispuesta a aportar mi granito de arena para que esta sociedad ecuatoriana y española cambien, de a poquito, sin parar, de forma constante.


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